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¿Cómo entran en órbita los satélites?

  • Foto del escritor: proyectogeosatelit
    proyectogeosatelit
  • 16 dic 2024
  • 3 Min. de lectura

El lanzamiento de un satélite y su entrada en órbita representan una proeza de ingeniería y física que ha transformado nuestra manera de entender y conectar con el mundo. Los satélites desempeñan funciones críticas en la vida moderna, desde las telecomunicaciones hasta la predicción del clima y la investigación científica. Sin embargo, pocas veces reflexionamos sobre el complejo proceso que permite que estos ingenios tecnológicos lleguen a su posición orbital y cumplan sus funciones.



El viaje hacia la órbita: una combinación de física y tecnología

La entrada de un satélite en órbita comienza con su lanzamiento desde la superficie terrestre. Este proceso puede dividirse en tres fases principales:


Lanzamiento inicial: Los satélites son transportados al espacio por medio de cohetes, vehículos lanzadores que utilizan enormes cantidades de combustible para vencer la fuerza gravitatoria de la Tierra. Estos cohetes están diseñados para alcanzar velocidades superiores a los 28,000 km/h, conocidas como "velocidad orbital", la mínima necesaria para que un objeto se mantenga en órbita sin ser arrastrado nuevamente hacia la superficie terrestre.


Colocación en altitud: Una vez superada la atmósfera, el cohete entra en una trayectoria precisa que lo lleva hasta la altitud deseada. Esta puede variar según el tipo de satélite y su misión. Los satélites de baja órbita terrestre (LEO, por sus siglas en inglés), como los de observación terrestre, se colocan entre 500 y 2,000 kilómetros de altura, mientras que los satélites geoestacionarios, utilizados para telecomunicaciones, operan a unos 36,000 kilómetros sobre el ecuador.


Liberación y ajuste orbital: En el punto adecuado, el cohete libera el satélite, que utiliza pequeños propulsores o motores a bordo para realizar ajustes finales y estabilizarse en su órbita asignada. Una vez posicionado, el satélite comienza a operar según su propósito, ya sea transmitir datos, captar imágenes o realizar experimentos científicos

.

Un factor clave en el lanzamiento de satélites es la ubicación del sitio de lanzamiento. Los puntos cercanos al ecuador terrestre son ideales porque la velocidad de rotación de la Tierra es mayor en esta región, alcanzando aproximadamente 1,675 km/h. Esto proporciona un "impulso" adicional al cohete, reduciendo la cantidad de combustible necesario para alcanzar la órbita.


Por esta razón, muchas bases de lanzamiento estratégicamente se sitúan cerca del ecuador, como el Centro Espacial de Guayana en Kourou, operado por la Agencia Espacial Europea (ESA).


Órbitas según la misión: una elección estratégica


La elección de la órbita de un satélite no es aleatoria, sino que depende de su misión específica. A continuación, repasamos los principales tipos de órbitas:

Órbitas bajas (LEO) -Altitud: Entre 500 y 2,000 kilómetros.

-Usos: Observación terrestre, monitoreo ambiental, satélites espías y constelaciones de internet como Starlink.

-Característica: Permiten capturar imágenes detalladas debido a su proximidad a la Tierra.

Órbitas medias (MEO) -Altitud: Entre 2,000 y 20,000 kilómetros.

-Usos: Sistemas de navegación como el GPS, Galileo o GLONASS.

-Característica: Ofrecen un equilibrio entre cobertura y tiempo de retardo en la señal.

Órbitas geoestacionarias (GEO): -Altitud: Alrededor de 36,000 kilómetros.

-Usos: Telecomunicaciones, retransmisión televisiva y meteorología. -Característica: Permanecen estacionarias sobre un punto específico de la Tierra, facilitando comunicaciones constantes.


Innovaciones en los lanzamientos: del cohete al ómnibus espacial


En la actualidad, los cohetes siguen siendo el método predominante para lanzar satélites. Sin embargo, los avances tecnológicos han permitido el desarrollo de sistemas más eficientes y sostenibles. Uno de los conceptos más innovadores es el "ómnibus espacial", una nave reutilizable diseñada para transportar satélites a sus órbitas.

Además, empresas como SpaceX han revolucionado el sector con cohetes reutilizables, como el Falcon 9, que no solo reducen costos, sino que también disminuyen el impacto ambiental asociado con los lanzamientos espaciales.

Por otro lado, nuevas tecnologías de propulsión, como los motores eléctricos y de plasma, están mejorando la eficiencia de los satélites una vez que se encuentran en órbita, permitiendo ajustes precisos y prolongando su vida útil.

La colocación de satélites en órbita no solo es un testimonio del ingenio humano, sino también una piedra angular de la era moderna. Desde su lanzamiento inicial hasta su posicionamiento final, este proceso combina ciencia, tecnología y planificación estratégica para garantizar que cada satélite cumpla su propósito en beneficio de la humanidad.


 
 
 

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