top of page

¿Cómo anticipar el despertar de un volcán?

  • Foto del escritor: proyectogeosatelit
    proyectogeosatelit
  • 5 oct
  • 3 Min. de lectura

Ningún indicador, por sí solo, anuncia una erupción inminente. El pronóstico eficaz surge de una sinfonía de evidencias: sismicidad, deformación del suelo, emisiones de gases y teledetección. En esa orquesta, los datos satelitales aportan una ventaja única al observar a distancia, con regularidad y en grandes extensiones.


Entre sus aportes más novedosos destaca el análisis de la vegetación mediante NDVI y series temporales procesadas con herramientas especializadas como ERDAS IMAGINE. La vegetación, paradójicamente, puede ser un sensor natural del CO₂ volcánico. Ese cambio, sutil y medible, se traduce en minutos u horas de anticipación para activar alertas, organizar evacuaciones y mitigar daños.



Imagen: Erickson Balderama
Imagen: Erickson Balderama

Mirar sin tocar

Teledetección es observar un fenómeno sin contacto directo. En volcanes, esto significa usar satélites con sensores especializados para medir variables a distancia. El valor está en tres rasgos: cobertura amplia, revisita frecuente y seguridad operativa. La montaña puede estar inaccesible. El satélite llega igual.

Una aplicación fascinante es leer la vegetación que rodea al volcán. Ese entorno “respira” lo que ocurre bajo la superficie. Si el subsuelo exhala más CO₂, el bosque responde. Ese diálogo se captura con índices espectrales y se resume en un número: NDVI. El Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI) evalúa la vitalidad de la vegetación a partir de la luz reflejada en el rojo y el infrarrojo cercano.

  • NDVI alto: vegetación sana, hojas activas y densas.

  • NDVI bajo: vegetación estresada o muerta.

La clave no es el valor aislado, sino la anomalía sostenida respecto de su comportamiento histórico. Para verla, necesitamos series temporales y un flujo de trabajo robusto. Aquí destaca ERDAS IMAGINE, un software de procesamiento geoespacial que facilita crear líneas base multianuales, detectar tendencias y resaltar cambios sutiles en el tiempo. La “paradoja verde”: cuando más verdor es alerta

Investigaciones recientes señalan un fenómeno contraintuitivo. A medida que el magma asciende, libera CO₂ y otros gases. Ese CO₂ llega al suelo y lo absorben los árboles. El resultado, detectado desde el espacio, puede ser un incremento de verdor alrededor del volcán. Más clorofila. Más vigor. Más NDVI.

La NASA ha descrito este comportamiento y lo ha observado con Landsat 8 y campañas aéreas de validación. El mensaje es simple: el bosque puede anunciar el despertar. Donde antes era necesario desplegar instrumentos en zonas riesgosas, hoy una constelación orbital permite captar el cambio de color de las copas y compararlo con su historial. Medimos un susurro que antes pasaba inadvertido. Sin embargo, no todas las plantas reaccionan igual. Algunas especies fijadoras de nitrógeno son especialmente sensibles a variaciones ambientales y aprovechan con facilidad el exceso de CO₂. Anomalías en su distribución o en su salud, cuando se analizan por separado y en conjunto con otras capas, pueden constituir una alerta temprana. Si esas especies muestran un aumento inusual y persistente de verdor en un patrón espacial coherente cerca de fracturas, domos o fumarolas, conviene elevar la vigilancia. No es una prueba definitiva, pero sí un indicio operativo de valor.


Imagen: Archie Binamira
Imagen: Archie Binamira

Limitaciones que debemos considerar

La vegetación no responde solo al CO₂ volcánico. Cambia por estacionalidad, sequía, plagas o incendios. Por eso, la relevancia del enfoque multifuente. El “verde inusual” aumenta su valor cuando coincide con señales sísmicas, deformación o degás. La detección no reemplaza a las redes en tierra; las complementa. La meta es reducir falsos positivos y ganar tiempo útil.

Tampoco todos los volcanes presentan coberturas vegetales comparables. En zonas áridas, el NDVI aporta menos. Aun así, la lógica de línea base + anomalía + cruces de información se mantiene. Lo esencial es integrar y contextualizar. Impacto social: de la ciencia al territorio

La mayor ganancia es humana. Cada minuto de anticipación suma. Con una alerta oportuna, los equipos de emergencia planean evacuaciones, protegen rutas y priorizan recursos. Los gobiernos locales esclarecen mensajes de riesgo. Las escuelas y hospitales actualizan protocolos. Las comunidades ensayan. Todo parte con un dato que, hace poco, estaba oculto en la copa de un árbol.

Esta mirada también mejora la resiliencia. Reduce pérdidas, evita improvisaciones y fortalece la confianza pública en el sistema de monitoreo. La ciencia se vuelve servicio cuando los datos se traducen en decisiones claras.

 
 
 

Comentarios


Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Imagine-iT
bottom of page