¿Cómo Marte perdió su atmósfera?
- proyectogeosatelit

- 10 nov
- 3 Min. de lectura
La historia de Marte es, en esencia, la historia de una pérdida. Los indicios geológicos y químicos recopilados por misiones espaciales previas sugieren que hace unos 3.500 millones de años, el planeta tuvo una atmósfera densa y estable que permitió la existencia de agua líquida. Sin embargo, algo cambió. El campo magnético marciano colapsó, y con él, la defensa natural que protegía su atmósfera de las partículas cargadas provenientes del Sol. Sin esa barrera, el viento solar comenzó a erosionar las capas superiores del aire marciano, arrastrando moléculas ligeras de hidrógeno, oxígeno y nitrógeno hacia el espacio.
Hoy, el planeta rojo tiene una atmósfera 100 veces más delgada que la terrestre, compuesta casi en su totalidad por dióxido de carbono. Esa delgadez impide retener calor, generando temperaturas que oscilan entre los -140 °C y los 20 °C. Sin aire suficiente, el agua desapareció y la superficie se volvió estéril. Pero aún quedan señales de ese pasado húmedo: cauces secos, minerales hidratados y restos de antiguos deltas.
La misión ESCAPADE de la NASA (compuesta por dos satélites gemelos llamados Blue y Gold) busca medir con precisión cómo las partículas del viento solar interactúan con los gases superiores de Marte. Estando en órbita los satélites, equipados con instrumentos que medirán campos eléctricos y magnéticos, densidad de plasma y partículas energéticas; se ubicarán en trayectorias complementarias alrededor del planeta para observar simultáneamente distintas regiones de su ionosfera y su magnetosfera. Con esa información, los científicos podrán reconstruir la dinámica de escape atmosférico, es decir, cómo los gases son literalmente arrancados del planeta y dispersados en el espacio.

Una de las claves de ESCAPADE será observar cómo la atmósfera de Marte responde al impacto constante del viento solar, un flujo de partículas cargadas que viaja desde el Sol a unos 1,6 millones de kilómetros por hora. En la Tierra, nuestro campo magnético actúa como un escudo, desviando la mayoría de esas partículas hacia los polos y generando fenómenos como las auroras boreales. Marte, en cambio, perdió su magnetosfera global hace millones de años, quedando solo con pequeños campos magnéticos locales incrustados en su corteza.
Esta vulnerabilidad convierte al planeta rojo en un laboratorio natural para estudiar cómo un mundo sin protección magnética pierde su atmósfera con el tiempo. Los datos de ESCAPADE permitirán crear modelos tridimensionales del escape atmosférico, comparando diferentes regiones y momentos del día marciano. Así se podrá estimar cuánto gas pierde Marte cada segundo y cuánto tiempo le tomó quedar tan despojado.
De Marte a la Tierra: entender el presente mirando el pasado Aunque la misión se centra en Marte, su relevancia trasciende la exploración planetaria. Comprender cómo el viento solar afecta a un planeta sin campo magnético tiene implicancias directas para la Tierra y otros mundos habitables. Si el campo magnético terrestre se debilitara —como ha ocurrido parcialmente en el pasado—, fenómenos similares podrían comprometer nuestra atmósfera y los sistemas tecnológicos que dependen de ella.
Además, ayudará a refinar los modelos climáticos aplicados a exoplanetas. Al conocer los procesos de pérdida atmosférica, los astrónomos podrán estimar con mayor precisión qué mundos más allá del sistema solar podrían mantener condiciones estables para la vida. Medirá con precisión científica aquello que los telescopios y rovers no pueden ver: las fronteras invisibles entre el viento solar y la atmósfera marciana, el punto donde la física del plasma define el destino de un planeta.
Los primeros resultados de la ESCAPADE podrían cambiar lo que sabemos sobre la evolución planetaria. Si logra su objetivo, demostrará que incluso pequeñas misiones pueden responder preguntas gigantes.














































Comentarios